23 nov 2016

Una alcaldesa inmejorable



Bueno, ya estarán contentos (muchos para sus adentros, y no pocos verbalmente): una menos. Ya a estas alturas los psicópatas verbales no tienen ni una pizca de vergüenza. 

Es pueril y da vergüenza vicariante ver cómo por las redes sociales se dedican algunos a reivindicar el fallecimiento de la anciana de Reus, o bien las muertes anónimas, tratando de tapar como pueden la noticia del día de hoy. No todos han sido políticos, y que han ganado unas elecciones, por mucho que les pese. Porque claro, siempre les ha escocido que ganara en votos durante seis comicios seguidos y fuera alcaldesa durante seis mandatos, con hasta un 56% de los votos. 
¿Cómo puede ser, sacar ese porcentaje de votos apenas diez meses después del accidente del metro de Valencia? No es más que la respuesta de un electorado que supo ver cómo unos individuos aprovechaban una desgracia con una clara intencionalidad política. 
¿¿Pero cómo es posible que obtuviese inclusive esas cuotas de votos en barrios como El Cabañal?? Esa unión entre una alcaldesa y sus votantes no era fácil de digerir. Normal que les desquiciaran sus éxitos, de ahí ese odio furibundo compartido por una considerable parte de sus detractores, tanto votantes como contrincantes políticos—no todos, hay que decirlo—.

Porque yo miro más allá y puedo ver perfectamente como, bajo el pretexto de que por fin le encontraron algo para machacarla con fundamento, enmascaran en el ataque a la alcaldesa un odio hacia su electorado, y eso no viene de ahora, no viene de cuando la Copa América... Mientras no le pudieron sacar ningún trapo sucio de enjundia, han estado un cuarto de siglo expeliendo bulos y difamaciones: que si es corrupta, que si es lesbiana (parece mentira, oír esa afirmación en tono de acusación viniendo de gentes intelectuales y "de progreso"), que si es borracha, que si no habla como debiera el valenciano (cuando ella era estudiante no existía una gramática definida y era un valenciano más puro, o arcaico, y de ahí que se le escapara a veces el artículo "lo" en vez de "el" entre otros rasgos)... en suma, dándole por todos los lados hasta que cayese la estaca. Pasado un mes, el chascarrillo del "caloret", repetido hasta la náusea, dejó de tener gracia, mas que para los que no tienen donde rascar y se agarran a la mínima con tal de hacer caricatura.
Si eres una política conservadora que tiene arrojo y no pide perdón por tener esa ideología, si eres vehementemente de derechas (no como su partido en las últimas épocas), si eres claramente anti-pancatalanista, si eres declaradamente pro-vida, y no sigues las doctrinas y dictados del mainstream progresista, pues ya sabes lo que te espera. 

He querido adjuntar la foto que acompaña esta entrada, una imagen captada hace apenas dos o tres días, que cuando la ví me impactó. 
A su destrucción física han contribuido los acosos (acosos, no escraches que es un palabro para que suene más suave) mediáticos de los infra-medios de ¿comunicación?, con programas específicos haciéndole lo que yo no recuerdo que le hubieran hecho a otro, creo que ni del P.P., ni a Rato. Una fácil forma de llenar horas (¡o días!) de antena y páginas con carnaza y más carnaza con la que empapuzar a un público ávido de la más ínfima casquería ideológica.
Y la estocada final ha venido del fuego "amigo", que la sacrificó a petición de Albert Rivera o si no no había legislatura, y que la forzó a irse del partido. Tanto la mayoría de esa "vieja guardia" que la repudió (desde "Margui" hasta el último mono Enric Milló haciendo pucheros por televisión) llegando a la nueva ola de mediocridad del Partido Pop, principalmente gente tipo Cifuentes, Martínez Maíllo, Casado, Levy y sobretodo Maroto. Éstos últimos, tenéis ahora el culo caliente y razonablemente bien asegurado en parte en base a las costillas electorales de Barberá; tendríais que haberos recatado pero bastante al dar lecciones a quién ya ganaba elecciones cuando aún érais menores de edad, a una fundadora del partido los que habéis llegado a mesa puesta. Todos los que luego han hecho gala estas últimas horas y las que vendrán, de un fariseísmo nauseabundo, hasta con motes y remoquetes tipo "la alcaldesa de España", que a mí me suena a sobrenombre tipo "la actriz de la canción" o "la más grande". Viniendo de la prensa, bueno, estamos acostumbrados, ¿pero viniendo de gente del P.P.? Por lo menos cállate o haz un comentario discreto.

La prensa y los medios, desde Madrid, sólo han destacado, no sé si por desconocimiento o por el motivo que fuere, los eventos náuticos, la Fórmula Uno, la Ciudad de las Artes y las Ciencias y otras cosas así, pero eso es sólo lo superficial, la Valencia moderna de la galería Calatrava. 
El cambio que ya desde su primer y segundo mandato se vió en la ciudad, de mejoras y saneamiento en todos los barrios, y sin distinciones ya fueran de los extrarradios o del centro y casco histórico, tanto barrios como el de La Luz, Nou Moles, Desamparados, Olivereta, el grupo de viviendas Antonio Rueda, y posteriormente en Orriols, Monteolivete y Malilla, así como el remozamiento de núcleos como la plaza de la Reina y aledaños, o del barrio del Carmen, que estaban hasta mediados de los noventa que daban asco porque no se habían tocado apenas; o el barrio de Ruzafa. O la eliminación de numerosas vías de ferrocarril a ras de tierra. El saneamiento de la zona de "La Punta" y parte de Nazaret. Parques, trazado de nuevas avenidas por las que la ciudad va creciendo, el Palacio de Congresos, la restauración y aprovechamiento de lo que quedaba de la Exposición de 1909 y las instalaciones de la Tabacalera.

El que ha visto esa transformación, embellecimiento y mejora de la ciudad, y de dignificación de las condiciones urbanas de los habitantes, si no es un sectario, lo reconoce o ha acabado reconociéndolo.
Tengo la edad suficiente para recordar cómo estaba la Valencia de entonces, cómo estaban los extrarradios con pocas aceras y malas, y no pocas calles sin asfaltar, la decrepitud de muchas zonas del centro (oh, sí, sin gentrificación), o los taludes de lodo compacto de casi diez metros de altura que había por Campanar, que estaban casi desde cuando la segunda y última riada, o cómo estaba Beniferri. Sus predecesores, Clementina Ródenas y Ricardo Pérez Casado son recordados la mayoría de las veces por ser sus predecesores cuando se les nombra; el Palau de la Música, el Parque Gulliver y algunas cosas más. Entre el 79 y el 91 apenas tocaron la ciudad; debieron quedar exhaustos de cambiar nombres de calles.
Hoy apenas hay diferencias de infraestructuras, mobiliario urbano y limpieza y mantenimiento de parques, entre barrios, a diferencia de como estaban las calles a primeros de los noventa, que había barrios de primera, de segunda y hasta de tercera.

Tan sólo por el calvario que le han hecho pasar, bien merece estas líneas; más y mejor merece por haber sido una de las mejores alcaldesas que ha tenido Valencia y sus habitantes.

Podrán dinamitar y reventar todo su legado con excavadoras y martillos neumáticos, pero la diferencia de la Valencia de antes de ella y la ciudad de su durante y de su después no nos la quitarán de la cabeza (si es que la cabeza no nos la revientan también). A quienes vimos, recordamos, observamos y comparamos, no hace falta que nos cuenten sobre ella y lo que hizo.

Requiescat in pace.

1 comentario:

  1. El ambiente nauseabundo que se respira en España ha alcanzado un verdadero máximo esta semana, pero no será el último, por desgracia. Ahora el despliegue se hará con la figura del ínclito Castro, que ha sucedido a la pobre Rita en la morgue del chismorreo y los supuestos sesudos análisis de los bandarras de turno. Y aquí tengo que enlazar con lo que fue su primer comentario, el que aludía al show de la decadencia moral de la COPE, del que esta mañana se ha dado otra muestra precisamente con el tratamiento al tirano de Cuba. Florece en esa cadena el hablar bajito, el sí pero no, y hacerse perdonar los pecados mentando a Franco es un must que no se puede desperdiciar, y así lo ha hecho la locutora Cristina López comparando a Fidel con el Caudillo al menos en dos ocasiones. Antes te daba cierta lástima, ahora sólo repulsión y asco.

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